"Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor". José Luis Sampedro

sábado, 13 de septiembre de 2014

Casablanca


Resulta complicado establecer con claridad el mensaje de la película. Por un lado, podemos considerar que la relación de amor entre Rick e Ilsa es la piedra angular. Y que la excelencia de la película la hallamos en las dificultades y virtudes de la relación. París es el eterno paréntesis en el tiempo que recuerda el apasionado proceso de enamoramiento entre los dos protagonistas. París representa el ardor y el fervor con el que la pareja se amó. Representa esos tiempos de felicidad por los que el tiempo no ha pasado. La magnitud del amor es tal que tanto Rick como Ilsa están dispuestos a renunciar a la paz y tranquilidad estadounidenses con tal de permanecer unidos, aunque sea en un lugar tan peligroso y políticamente inhóspito como Casablanca.

El amor entre Rick y llsa es eterno, pero la realidad en Europa es inestable, caótica y funesta debido a la devastadora expansión nazi que propicia la acumulación en Casablanca de numerosos refugiados que sueñan con cruzar el Atlántico para escapar del nazismo. La delicada situación del mundo requiere compromiso, lucha y acción para no sucumbir ante el monstruo alemán. La conciencia sobre el dinamismo histórico del presente es imprescindible. Podemos entender, por tanto, que es el compromiso con la causa antifascista la fuerza primordial que debe empujar las vidas de los combatientes resistentes. Restar neutral implica ser cómplice de los nazis. El mismísimo Rick, que se forja una apariencia de persona neutral y políticamente pasiva, esconde bajo su cinismo y aspereza salvajes una férrea voluntad por colaborar en la destrucción de la empresa nazi que le lleva a perder a la mujer de su vida.

Quizá parezca que el compromiso con la causa se sobreponga al amor. Que el amor queda relegado a un segunda plano cuando se trata de cuestiones importantes, como puede ser el devenir del mundo. Sin embargo, bajo mi punto de vista, el mensaje que se transmite en Casablanca es totalmente opuesto: vivimos en un mundo que, a diferencia del del amor, es vulgar. Vivimos encorsetados en una realidad física que exige esfuerzos y actuaciones físicas y que carece de cualquier porción de eternidad. Supeditados a un mundo inestable, fluctuante y burdo.

El amor es la vía de escape de nuestro sueño eterno de eternidad. La fuerza abstracta, suprasensorial que trasciende las cadenas mortales de la realidad. El paréntesis parisino que logra imponerse al tiempo y al espacio impregnándolos de eternidad. Por la causa antifascista, Rick renuncia a la mujer de su vida, pero no renuncia al amor de su vida. Para este amor el tiempo sigue pasando (time goes by) indefinidamente, rebotando continuamente de un lado del paréntesis a otro, petrificándose, eternizándose. 

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