"Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor". José Luis Sampedro

martes, 14 de julio de 2020

La Piel



Quinto libro de Sergio del Molino que leo en menos de un año y el empacho todavía no ha llegado. La verdad es que me sumergí en La Piel sin muchas expectativas, algo desorientado, y he salido fascinado. Sergio es un narrador de historias excelente. Sus referencias autobiográficas no son pesadas ni incurren en el egocentrismo en tanto que consigue dotarlas siempre de un valor universal. Cuando habla de sí mismo, habla de un “yo” con el que es fácil identificarnos en sus manías, en sus miedos y, sobre todo, en su ironía, en el no tomarse demasiado en serio.

Sergio escribe, además, con una precisión quirúrgica. Te dice todo con muy poco. Y lo realmente increíble es cómo fluye lo que escribe, la manera en la que enhebra sus ideas. Con una naturalidad pasmosa pasa de hablarte de Stalin a sus retiros veraniegos en unas termas de Aragón. Nunca sabes exactamente hacia dónde se dirige, pero sabes a ciencia cierta que te llevará a donde quiere llevarte, que sus revoloteos y divagaciones acaban desembocando siempre en buen puerto. En La Piel se palpa, además, su erudición, su enorme acervo cultural, así como su extraordinaria capacidad analítica. Es capaz de extraer las reflexiones más ingeniosas de las cosas más nimias.

En este libro nos introduce en distintas historias que pivotan, directa o indirectamente, sobre la piel. Sobre los estigmas en torno a ella. Sobre los monstruos a los que da forma en el imaginario social. La historia del negro de Banyoles es desternillante, al igual que las imágenes de Stalin en la piscina de Sochi combatiendo su psoriasis al mismo tiempo que traza sus descarnadas purgas. Pero, a pesar de estas historias protagonizadas por célebres intrusos, yo me quedo con los pasajes más autobiográficos de Sergio. Con la bruja de Cuatro Caminos, con su primera novia y su primer beso, con su relación con su hijo y, sobre todo, con sus hilarantes diálogos con la estatua de Fernando el Católico en Zaragoza. Sergio relata su vida con una gracia y un sarcasmo envidiables.


P.S., sé que queda muy informal referirme al autor por su nombre de pila, pero son tantas horas de escucharle en La Cultureta que me resulta imposible no tratarle con algo de familiaridad.