"Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor". José Luis Sampedro

martes, 4 de diciembre de 2012

Desgracia letal


Si nos paráramos a pensar en las palabras que más empleamos a lo largo del día, seguro que entre éstas figuraría la palabra “vida”. Ahora bien, ¿qué quiere decir? ¿Por qué constantemente hacemos uso de este término tan complejo de definir? ¿Por qué nos topamos con tanta gente que manifiesta tener una vida horrible? ¿Cómo podemos evaluar el sentido de nuestra vida?

Efectivamente, el término “vida” es un término del cual hacemos un uso masivo. A veces puede ir acompañado de un adjetivo positivo; otras, de uno negativo. Sin embargo, lo que es incuestionable acerca de este vocablo es qué tipo de palabra es. Se trata de un sustantivo abstracto. La vida no es una cosa material, sino una idea o visión global y abstracta del tiempo que abarca nuestra existencia en el mundo. La vida es una palabra que comprende todos los sucesos que nos acaecen en un mundo al que hemos llegado de forma involuntaria y azarosa, y del que sólo sabemos con certeza absoluta que lo abandonaremos, tarde o temprano. En esta vida, por muy fuerte que suene, a lo único a lo que estamos predestinados es a perecer. Por lo tanto, cuando nacemos, no estamos predestinados a llevar un determinado tipo de vida. Somos principalmente nosotros, también nuestro entorno en menor medida, los que orientamos nuestra vida y decidimos qué sentido darle. En algunas ocasiones, el ambiente que nos rodea puede influir en nuestra vida, tanto que, si es muy malo, nos conduce inevitablemente a llevar una mala vida. Sin embargo, con voluntad, con amor por vivir y con ganas, podemos enfrentarnos a cualquier obstáculo que nos presente la vida. Por muchas desgracias que nos salpiquen, podemos ser capaces de superarlas si nuestra perspectiva de la vida no la desviamos únicamente hacia estas desgracias, sino que la mantenemos en un punto de vista neutral, desde el cual podemos ver tanto las cosas negativas como las positivas.

No dejarnos llevar por las desgracias o desánimos que nos plantea la vida no es un ejercicio simple, sino, más bien, complejo y laborioso. Es muy sencillo caer rendido frente a las malas situaciones que nos depara la vida. Nos dejamos llevar por ellas como si se trataran de la propia vida. Es decir, si la vida acaba inexorablemente conduciéndonos a la muerte, las desgracias consideramos que desembocan en otra situación “incontrolabe” y fuera de nuestro alcance, como suele ser la depresión. Como consecuencia, sucumbimos  ante ellas. Esta forma de afrontar la vida supone una rendición equívoca frente a nuestra mente, emociones y sentimientos. Ya que, mientras que el ser humano no es capaz de controlar los procesos que tienen lugar en su propio organismo, sí que lo es para poder controlar en gran parte sus pensamientos, emociones y sentimientos.

Por lo tanto, para evitar depresiones o pensamientos tales como “mi vida es una basura”, hemos de intentar mantenernos en un punto de vista neutral acerca de nuestra realidad. Esto nos permite ser conscientes tanto de las cosas negativas que nos rodean, como de las positivas; y, por consiguiente, controlar mejor nuestros sentimientos y emociones para ser capaces de orientarlos y dominarlos. Si fuera tan sencillo llevarlo a la práctica…

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