Y la ilusión te agarra el cuello,
te olisquea el alma,
te perfora el cerebro,
llenando de cicatrices aquellos tiempos.
Y te preguntas cómo has acabado
enamorado de un ser tan abyecto y desnortado.
En qué rincón de su rostro anticipaste el amor
y en cuál desoíste el dolor.
A dónde voy yo, con este frío gélido
posado sin permiso ni remisión
en el fondo de mi pecho.
La escarcha abrocha las copiosas lágrimas
que supura mi corazón.
Se queda el tiempo, pero se va el cuerpo.
De qué demonios sirve un tiempo sin cuerpo.
Y vete, no vuelvas, no hay nada que quiera
de ti, ilusión, pesadilla, otrora alegría.
Ahora recuerdo de una noche maldita.
Antesala de la muerte de
mi alma perdida
No hay comentarios:
Publicar un comentario