De entre todos
los anunciantes que aparecen en los sucesivos libros de fiestas de Polop hay
uno que siempre nos ha fascinado en casa, sobre todo a mi tía Soledad. Se trata
de un tanatorio de Callosa, el pueblo de al lado. Lo que nos llama la atención
no es lo anticlimático que queda su anuncio en medio de un libro plagado de
imágenes festivas. Sólo faltaría. De ese contraste entre la festividad y la
muerte se ha nutrido el arte desde tiempos inmemoriales. Lo que nos fascina es el
servicio que empezaron a ofrecer en 2008 y que llamaron QUI S’HA MORT (¿quién
se ha muerto?, en castellano). Hay gente que no se anda con chiquitas a la hora
de poner nombres.
Como podéis imaginaros, dicho servicio se basaba en informar a los vecinos de quién había fallecido. Para ello se desarrolló la web www.quisamort.com, que, desgraciadamente, ya no está operativa. A través de ella era posible suscribirse para recibir por SMS la información sobre el fallecido y la fecha y hora del entierro, con foto del muerto incluida. Siempre me aterró a la par que me atrajo el imaginarme a alguien recibiendo uno de esos fatídicos SMS. Abrir la tapa de un Nokia azul de la época y encontrarte de sopetón a un conocido del pueblo. ¿Y qué foto del difunto habrían enviado? ¿La habría elegido él mismo antes de su muerte? “Dejo dispuesta esta foto para cuando me vaya al otro barrio”. ¿Se acicalaría a propósito para esa foto? Y en el caso de que fuera una persona de la que no se guardaran fotos en vida, ¿qué habría hecho el tanatorio? ¿Enviar una foto del muerto amortajado, de esas en las que la piel pálida desprende una fetidez que traspasa todas las pantallas?
Los grandes
emperadores mandaban construir pirámides para pasar a la posteridad. A algunos
escritores se les ocurren frases muy ingeniosas para luego colocarlas como
epitafios en sus tumbas y que nunca se olvide su agudeza. “Me llaman”, dejó
escrito Emily Dickinson. El recuerdo que se tenga de uno es fundamental y por
ello no puede dejarse a la improvisación esa última foto que va a circular por
el pueblo y que se va a quedar anclada en la memoria de aquellos que te
conocieron -e incluso de los que no te conocieron pero que la recibieron
igualmente.
Me hace gracia
(siento ponerme tan morboso) imaginarme a la funeraria coordinándose con el
cura del pueblo, pues imaginaos la confusión que se generaría si la foto del
muerto llegara por SMS antes de que sonaran las campanas de la Iglesia. ¿Toquen
a mort por el mismo muerto o por otro diferente? Está feo producir
equívocos de este tipo. Me imagino a los del tanatorio, diligentes, enviando el
SMS justo después de que las campanas expulsen su tañido y de que a las iaias
les dé tiempo a preguntar ‘qui s’ha mort?’. E inmediatamente después sus
hijos acudiendo a su auxilio, con el móvil en mano, desplegando la foto del
difunto para sacarles de duda. “Però si el vaig vore fa res i estava bé. Quina
llàstima. Nosaltres som les següents”.
Sin ninguna
duda, esas mismas señoras estarán pensando ya en el funeral. El pueblo se
deshilacha poco a poco conforme van desapareciendo sus lugareños. Cada muerto
importa. Y por eso las Iglesias se abarrotan los días de funeral. Por eso y por
compasión con el futuro yo de cada uno. Porque a nadie le gustaría imaginarse
la Iglesia vacía en el día de su propio funeral. En realidad, en los funerales
es cuando uno empieza a despedirse de uno mismo. Bajo los cánticos entusiastas de
las iaias pueden descifrarse con claridad sus súplicas al muerto: “guárdanos un
hueco allá arriba, por favor. Ten piedad”.
Hace varios
libros de fiesta que no veo el anuncio del tanatorio con su servicio
informativo de última generación. Imagino que habrán dejado de enviar SMS, pues
¿quién narices utiliza los SMS hoy en día? Mi mente más traviesa se imagina al
cura del pueblo creando un grupo de Whatsapp con sus feligreses para
informarles a través de él de los decesos del pueblo, con fotos incluidas, algún
que otro meme que dejó en legado un muerto cachondo que murió antes de tiempo y
audios en los que resuena el tañido de las campanas, para aquellos que no se
encuentren presentes en el pueblo y que no quieran perderse el aullido de la
muerte. El título del grupo está clarísmo: ‘qui s’ha mort?’. La foto ya la dejo
a vuestra imaginación.
P.D. Para que veáis que no me he inventado nada, aquí el link sobre el servicio qui s'ha mort.
https://www.youtube.com/watch?v=HhL0s9E4YiE
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