Quinto libro de Sergio del Molino
que leo en menos de un año y el empacho todavía no ha llegado. La verdad es que
me sumergí en La Piel sin muchas expectativas, algo desorientado, y he
salido fascinado. Sergio es un narrador de historias excelente. Sus referencias
autobiográficas no son pesadas ni incurren en el egocentrismo en tanto que
consigue dotarlas siempre de un valor universal. Cuando habla de sí mismo,
habla de un “yo” con el que es fácil identificarnos en sus manías, en sus
miedos y, sobre todo, en su ironía, en el no tomarse demasiado en serio.
Sergio escribe, además, con una
precisión quirúrgica. Te dice todo con muy poco. Y lo realmente increíble es
cómo fluye lo que escribe, la manera en la que enhebra sus ideas. Con una
naturalidad pasmosa pasa de hablarte de Stalin a sus retiros veraniegos en unas
termas de Aragón. Nunca sabes exactamente hacia dónde se dirige, pero sabes a
ciencia cierta que te llevará a donde quiere llevarte, que sus revoloteos y
divagaciones acaban desembocando siempre en buen puerto. En La Piel se
palpa, además, su erudición, su enorme acervo cultural, así como su
extraordinaria capacidad analítica. Es capaz de extraer las reflexiones más
ingeniosas de las cosas más nimias.
En este libro nos introduce en distintas historias que pivotan, directa o indirectamente, sobre la piel. Sobre
los estigmas en torno a ella. Sobre los monstruos a los que da forma en el
imaginario social. La historia del negro de Banyoles es desternillante, al
igual que las imágenes de Stalin en la piscina de Sochi combatiendo su
psoriasis al mismo tiempo que traza sus descarnadas purgas. Pero, a pesar de
estas historias protagonizadas por célebres intrusos, yo me quedo con los
pasajes más autobiográficos de Sergio. Con la bruja de Cuatro Caminos, con su
primera novia y su primer beso, con su relación con su hijo y, sobre todo, con
sus hilarantes diálogos con la estatua de Fernando el Católico en Zaragoza. Sergio relata
su vida con una gracia y un sarcasmo envidiables.
P.S., sé que queda muy informal referirme al autor por su nombre de pila, pero son tantas horas de escucharle en La Cultureta que me resulta imposible no tratarle con algo de familiaridad.
P.S., sé que queda muy informal referirme al autor por su nombre de pila, pero son tantas horas de escucharle en La Cultureta que me resulta imposible no tratarle con algo de familiaridad.